martes, 22 de septiembre de 2015

Tres posturas básicas ante la inmigración






Juan Gabalaui



Podríamos distinguir tres tipos básicos de posturas ante la inmigración. La primera es la propia de la derecha que implica un rechazo tajante y la defensa de controles estrictos y medidas ejemplarizantes que impidan lo que ellos llaman el efecto llamada y las consecuencias dramáticas, social y culturalmente, que supondrían la invasión -esta palabra es muy socorrida- de los foráneos, especialmente, por no decir exclusivamente, aquellos que no vienen con la chequera por delante o de países prestigiosos. Los inmigrantes son considerados de varias maneras y pocas de ellas positivas. Suelen ser terroristas, delincuentes y violentos. Tienen aviesas intenciones como la de socavar y eliminar la cultura occidental. En el caso de que se les acepte deben aceptar la cultura ajena y renunciar a la propia, ser sumisos y dedicarse a tareas mal pagadas y, si es posible, sin derechos. Son los que entienden la necesidad de cárceles como los CIEs y justifican la perdida de derechos sociales y sanitarios y la violación de los DDHH por la condición de ilegalidad que les confieren. Ante las crisis humanitarias que se producen cada vez que numerosos grupos de personas foráneas se mueven peligrosamente en la dirección que consideran equivocada, adoptan una postura cínica en la que hacen ver que entienden la situación dramática por la que pasan pero que la respuesta no puede ser más que la expulsión por cualquier método posible. Si les preguntas qué opinan de las concertinas, entienden que es una medida muy drástica pero a la vez te preguntan que qué harías tú si miles de inmigrantes violentos intentan traspasar las fronteras por la fuerza, agrediendo a las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado. Después, en plan condescendiente, te pasan la mano por la espalda y te dicen que pecas de buenismo y que el mundo es más duro de lo que piensas.
La segunda postura la defienden quiénes se indignan leyendo las noticias y viendo las imágenes sobre el drama de la inmigración. Suelen estar sentados delante de sus televisores, conectados a sus móviles y ordenadores portátiles. Se emocionan ante las imágenes de cientos de personas deambulando por las carreteras. Se indignan ante la violencia policial y las medidas antipersonas de los gobiernos europeos. No entienden que les traten de esa manera sobre todo cuando hay niños entremedias. Pero a la vez entienden que tiene que haber un control, que no todo el mundo puede ir donde quiera. No se les puede tratar de esa manera pero hay que pensar una manera de evitar que tengan que venir. Compran la idea de que alguno de esos inmigrantes se dedica a la delincuencia y son una de las causas de la inseguridad en las grandes ciudades. En el fondo, la emoción les asalta ante el televisor pero si tuvieran que convivir con ellos, probablemente, la empatía se transformaría en rechazo. Desde lejos, la solidaridad es más sencilla. A veces basta un solo click para apoyar causas humanitarias. Se intentan blindar contra la propaganda de la derecha pero el ataque por aire, tierra y mar hace que vaya calando y si escarbas se habla de miedo, de inseguridad, de violencia, de agresividad, de falta de integración, de que algo hay que hacer porque no podemos vivir tanta gente en el mismo sitio. Quieren que se controle el trasiego de gente de acá para allá pero sus gobiernos les dicen que quienes quieren entrar por sus fronteras son ilegales y que hay que levantar muros y vallas con concertinas. No hay otra forma. Una vez que pasa el bombardeo informativo siguen con sus asuntos y se olvidan de los muros, de las vallas y de los ahogados en el mediterráneo.
La tercera postura la sostienen las que no solo se emocionan y se indignan ante el maltrato y las medidas deshumanizadas que aplican, inmisericordes, los países europeos sino que, también, participan activamente en la lucha contra las violaciones de derechos humanos, las políticas migratorias de los países de la Unión Europea, el blindaje de las fronteras y la criminalización de las personas que migran. Son las que trabajan por la creación de redes de solidaridad y apoyo a las personas migrantes. Son las que no solo piensan que las personas que emigran son personas sino que las tratan como tales en sus ciudades, en sus barrios, en sus comunidades. Son las que piensan que los conflictos convivenciales se solucionan desde el abordaje en común, con la participación de todos como ciudadanos de pleno derecho. Son las que saben que el drama de muchos inmigrantes no se circunscribe a los días que los medios de comunicación les dedican primeras portadas o abren los telediarios en prime time sino que forman parte de su día a día, en la búsqueda de trabajo, en la obtención de la documentación legal, en el rechazo de parte de la comunidad, en el miedo que provocan sus diferencias en el color de piel, en sus costumbres y en sus vestimentas, en el racismo existente del que los medios apenas hablan. Son las que no pueden olvidarse de la existencia de cárceles para personas donde sus derechos quedan al arbitrio de uniformados a los que les importa muy poco el devenir que les espera. Son las que no les importan las razones por las que una persona decide irse de su país y construirse un futuro en otro, con sus ilusiones y sus metas.
Europa amamanta a sus conciudadanos con miedo y el rechazo al otro es un efecto lógico de esa mala leche tan poco nutritiva. Despojarnos de la propaganda del miedo a lo diferente, del miedo a aquello que está detrás de nuestras fronteras no es fácil. La relación entre diferentes no es habitual, nos separa el desconocimiento y la desconfianza, y las instituciones y los gobiernos poco hacen para recortar las distancias. Nos dificultan saber que las diferencias son menores que todo lo que tenemos en común. Que anhelamos lo mismo, que nuestras metas se reducen a la misma cosa, que sentimos muy parecido y que respiramos por los mismos sitios. Por supuesto que la convivencia no es fácil y los conflictos forman parte de ella pero solo podemos resolverlos desde la consideración del otro como alguien con el que podemos hablar y llegar a acuerdos. Los gobiernos nos los presentan como enemigos, como personas a las que hay que temer y controlar. Les cierran las fronteras para que no se expandan, para que no estemos en contacto. Al final nuestras miradas, de uno y de otro, beben de la desconfianza. No podemos esperar a que los gobiernos hagan lo que tenemos que hacer nosotros, en nuestro día a día, en la relación con nuestros vecinos. Solo cuando veamos que en el fondo somos lo mismo, viviremos sus sufrimientos como nuestros. En ese momento, no seremos capaces de aceptar tanta injusticia. No habrá gobierno alguno que se resista a nuestra fuerza en común.

jueves, 17 de septiembre de 2015

A vosotros, astutos patriotas del «primero los de aquí»






Miguel G. Macho


Me cansa el asunto de los refugiados a nivel mediático y he discutido bastante en esta publicación del caralibro, pero ahí van 9 cuestiones que estimo importantes para todos esos patriotas del territorio español que dicen «primero los de aquí».
No hay elección alguna entre ayudar a sirios o a españoles. No la hay, en serio. Que no, de verdad. No se está escogiendo entre una cosa u otra de ninguna de las maneras por mucho que lo repitas o pienses. Principalmente porque por aquí nada escoges, pero lo que se está decidiendo es si ayudar o no ayudar a menos del 5% de unos refugiados de guerra (el 95% está ya en otros 4 países, principalmente Jordania y El Líbano) que no tienen país al que deportarles, práctica habitual por aquí aderezada con pelotazos a todo lo que nade y verjas de cuchillas.
Repito y refuerzo. Aunque pudieses influir lo más mínimo —que no es así— para no ayudar a los sirios y patearlos en la frontera hasta que se mueran, no se ayudaría a cambio a los españoles de ninguna de las maneras por el gobierno que votaste y el sistema continental que toleramos. De hecho seguramente de esos 150 o 200 míseros millones la mitad se quede en corrupción durante el camino.
Dejad de decir una y otra vez que se están colando 4.000, 15.000 o tropecientos mil millones de asesinos del Daesh (Estado Islámico) en Europa.
Es una chorrada pensarlo porque ya están aquí, eso lo primero. Si quieren atentar en Europa tienen suficientes soldados/mercenarios directamente con pasaporte europeo para ello, sin necesidad de utilizar unos inservibles pasaportes sirios para colarse en Europa por el camino más vigilado y controlado actualmente. Sería como utilizar pasaportes iraquíes o afganos; un absurdo táctico con tantísimas redes de inmigración ilegal actualmente operativas para colar una bomba atómica si les saliese de sus yihadistas cojones para detonarla encima de la torre Eiffel.
El caso es que ante la entrada de algún desertor del Daesh, ¿la policía para que está? ¿Solo para golpear familias indefensas en la frontera? De hecho si tanto te preocupa la seguridad europea, pide a gritos controles y ayudas a los sirios, para que se canalice la migración por cauces legales y no los mafiosos habituales.
Pongo un ejemplo de hipocresía por mi parte y la vuestra. Con los 11.000 millones anuales dados a la Iglesia Católica podemos ayudar a todos los españoles en la miseria y también a los sirios. En plan caridad, sin cambios estructurales, directamente dándoles 400€ y casa a todos. ¿Por que mierda no decís LOS DE AQUÍ PRIMERO a la puta Iglesia? ¡Id a las parroquias (que también les reparamos) a exigirles la pasta de nuestros impuestos que generosamente les regalamos! ¡Exigid vuestros reaccionarios derechos como “cotizadores” a los curas y no a unos refugiados muertos de hambre sin nada que perder!
Encima el papa que va de colorao ha dicho esto, movilizando a las diócesis con la típica de toda la vida de los curas: dar una de cal y otra de arena. Siempre sin gastar un puto duro de los 11.000 millones que les regalamos cada año, sino pidiendo sacrificio y penitencia a sus creyentes.
EE.UU. asedia el planeta entero, está pringado en todo como cabeza visible del imperialismo que es, bombardeando lo que le sale de las naciones unidas y tiene el ruinas medio mundo; pero nunca acoge grandes masas de refugiados ni paga por nada a la títere Europa por financiar la reconstrucción de Gaza una y otra vez o en este asunto de los sirios. Es más, saca beneficio con la reconstrucción de los países que destruye en plan eficiencia buitre del capitalista, el genocidio como business.
Europa es un gigante económico, un títere militar y un enano político.
Otro asunto que también se está decidiendo —pero más en la sombra— es si la OTAN (alianza atlántica más bien) tiene ahora suficiente sensiblería europea para justificar el invadir Siria y destruir así sus casas con rigor; todo para poder quedarse con el nodo de los oleoductos de Oriente Medio, desintegrar todo atisbo de progreso en el mundo árabe y para que vengan más sirios de refugiados mientras matan a los que se queden.
No se conseguirá por el éxito diplomático ruso, que sin pegar un tiro frenó la invasión a Siria y también al sureste de Ucrania, acompañando procesos defensivos de la propia población local a la que se puede categorizar sin duda alguna de héroes. Ambas agresiones propiciadas por Europa, por cierto, pero frenadas a nivel diplomático por Rusia, sumando El Líbano e Irán en el caso Sirio; todo mientras la UE embarga y capa internamente la exportación de nuestros agricultores, entre otras cosas. Decidle también «primero los de aquí» a Merkel con el embargo de alimentos pero no de coches alemanes, maldita sea.
Si, es hipócrita que se ayude a refugiados de guerra sirios (sin un país al que volver, recuerda, por cosas de la guerra) y no a españoles, sudaneses, nigerianos, marroquíes o hindúes. Lo sabemos y muchos defendemos la igualdad en ese aspecto tan hipócrita. Porque si, lo es, mucho, sobre todo si se olvida la diferencia entre refugiado de guerra y económico. Lo es, vale, se sabe, basta ya; pero es que manda narices que a estas alturas tengamos que repetir una y otra vez la basura de mundo en el que siempre hemos vivido, donde la menor petición humanitaria hay que hacerla mendigando mientras te golpean y sacan un misil por la espalda.
Las altas instituciones mundiales están en manos de psicópatas podridos de dinero, el Capital o la burguesía financiera de toda la vida. La Unión Europea no es más que un instrumento de la oligarquía occidental para forrarse sin mirar el rastro que dejan atrás y seguir casi ciegamente las órdenes militares norteamericanas, desplazando enormes cantidades de liquidez a los Estados Unidos de América durante décadas sin que la paletada diga PRIMERO LOS DE AQUÍ, JODER, VALE YA.
TTIP POR LOS COJONES, PRIMERO LOS DE AQUÍ. VIGILANCIA DEL CUERNO DE ÁFRICA PAGADA POR ESPAÑA POR LOS COJONES, PRIMERO LOS DE AQUÍ. ARMAMENTO BARATO A ISRAEL POR LOS COJONES, PRIMERO LOS DE AQUÍ. SER EL PAÍS QUE MÁS PASTA REGALA A LA IGLESIA POR LOS COJONES, PRIMERO LOS DE AQUÍ. COMPRAR MÁS TANQUES Y MIERDAS CARÍSIMAS POR LOS COJONES, PRIMERO DAR DE COMER A LOS DE AQUÍ. DINERO PÚBLICO A LOS PUTOS BANQUEROS ALEMANES-BELGAS-HOLANDESES POR LOS COJONES, PRIMERO LOS DE AQUÍ. ¡JODEEEER, ES QUE SOIS MALDITAS CACATUAS!
Uf, perdón, ejem. Hablando muy seriamente, el mundo en las próximas décadas va a vivir una serie de conflictos muy graves y difíciles de imaginar, que incluirán enormes migraciones como jamás las hemos conocido. Principalmente por el clima de tensión geopolítica, la decadencia política norteamericana aunque perdure su hegemonía militar, la crisis del modelo democrático-liberal, la del fin de la fantasía del Estado del bienestar, la ausencia total de esperanzas y análisis rigurosos entre la izquierda, el fin del comunismo del siglo XX sin que se vea reimpulso actual o ir más allá de la redefinición constante, el fundamentalismo religioso como fenómeno contemporáneo producto de políticas concretas de necesidad de enemigos y no debido a vestigios del medievo más multitud de blablablas infinitos.
Vivimos una distopía con smartphones, la guerra y el genocidio como cultura, la abundancia del contrato temporal y la televisión como modelo educativo; pero lo que a algunos os irrita de veras es no expulsar inmediatamente a unas familias inocentes de nuestras sagradas fronteras porque les dan unas migajas para poder sobrevivir. Si es que no podéis darme otra cosa que repulsión.

 Concluyendo. Si queréis que dejen de venir refugiados, dejad de apoyar partidos en Europa que aprueben bombardear y saquear sus países. No parece tan complicado de entender, pero se seguirá mediatizando el asunto con niños sirios muertos o fomentando el racismo con el «primero los de aquí».
Salud y un mundo divino de la muerte, mucha muerte.