martes, 3 de noviembre de 2015

Las guerras recientes y el papel de los intelectuales


José R. Cervera Grau


La clave de la importancia de retomar el debate (o la ruptura) que se produjo dentro de las corrientes de “izquierda” por la posición de algunos intelectuales en el asunto de la guerra de Libia y de Siria, me la proporcionó el propio Carlos Taibo con su manifiesta incomodidad al tratar de este asunto en una de sus charlas sobre decrecentismo. Aunque Taibo en este tema siempre ha mantenido cierto perfil bajo en contraste con Alba Rico, veamos lo injustificado de su enfado en el “affaire” de la guerra de Libia y de Siria cuando se le intenta relacionar en su toma de posición con la del otro filósofo.
Hay un manifiesto sobre Libia que fue suscrito por Carlos Taibo y muchos otros intelectuales en Abril del 2011, en el que aunque es cierto que cuestiona la guerra humanitaria; resulta que por otra parte se piden cosas que dejan un tanto en evidencia las competencias académicas de los firmantes en materia del derecho internacional y de conocimiento en la metodología sobre cual es el “procedimiento habitual” para esa petición de “expulsar del poder” a Gadafi. La perla del texto es la que recomienda, como un modo de efectuar el recambio de gobierno en Libia, que se podría “reconocer a los rebeldes” (1).
En efecto, han sido conocidos y reconocidos por sus hazañas estos “rebeldes”… menos por los que abogaron por ellos que han quedado en silencio salvo para… volver a apoyarlos en Siria (2).
En ese otro manifiesto sobre Siria, redactado por Santiago Alba Rico y cuyo contenido comparten todos los firmantes entre los que se encuentra Carlos Taibo, el delirio mayúsculo está contenido en esta apreciación. : “…no hay indicio alguno que permita conjeturar sobre una inducción exterior de las protestas”. Afirmar justo lo contrario hubiese sido quedarse corto, cómo ahora constatamos y entonces ya sabíamos.
No se trata de empañar el prestigio intelectual y libertario de nadie, pero hay necesidad de dudar sobre los criterios de los que generan opiniones vistos los resultados: El problema de estas deducciones erróneas, mejor dicho, de las conjeturas transmutadas en dato objetivo por el prestigio del emisor, es que si provienen de personas con ascendencia sobre otras, generan criterio en los demás… y resultados tangibles en la dificultad de actuación en las personas concienciadas de manera habitual contra la guerra. Por esos mismos resultados físicos y morales de estas guerras sabemos de los peligros de las opiniones no contrastadas sobre hechos objetivos. Uno de estos peligros, es este silencio atronador en el campo que siempre fue antibelicista respecto de la claridad de ideas con la que se movilizó todo el mundo contra la guerra de Irak, mientras las analogías inevitables (pretextos) entre todos estos recientes asesinatos en masa de Irak, Libia y Siria, son mayores cada día que pasa.
Un artífice de la guerra de Irak cómo el señor Tony Blair pide ahora disculpas, no por los miles de muertos ocasionados por esta carnicería, sino por los “errores” de estrategia, de “inteligencia” y por la contribución de ésta al surgimiento del Estado Islámico. Sabemos en que consiste esa petición de perdón, ni hay arrepentimiento real por los asesinatos en masa ni hay propósito de enmienda. También sabemos que hay que ir con cuidado en estos temas devenidos siempre en intoxicación informativa, puesto que relegar la existencia del estado Islámico sólo al hecho de su supuesta creación a partir de ex militares iraquíes, sólo sirve para despistar, echar balones fuera ahora que se han visto al descubierto con la intervención de Rusia contra sus mercenarios en Siria; y sale a la luz quién los creó en realidad, quién los ha apoyado, quienes los conforman en su gran mayoría y de qué manera tan burda no han sido combatidos en absoluto, al contrario, son y han sido apoyados por Occidente y sus títeres contra el gobierno y el pueblo sirio desde hace cuatro años.
Sería bueno también que los intelectuales de la revolución pendiente por delegación, que vieron revolucionarios idealistas dónde era evidente que había otra cosa, y luego siguieron contribuyendo al deformado discurso mediático del poder en el caso sirio, pidiesen también disculpas por sus “errores” de “inteligencia”. Al igual que Tony Blair ve en el origen del Estado Islámico los “errores” cometidos en su carnicería de Irak, estos intelectuales deberían de comenzar a pedir disculpas por haber repetido los “errores” en su reconocimiento de “rebeldes”, en Libia y a continuación en Siria.
Por el hecho de estar inmersos en una sociedad más alienada que nunca, es todavía más destructivo que determinadas opiniones en base al criterio de una especie de aura intelectual infalible y que es indiscutible de por si; el que ésta se enseñoree desde el supuesto pensamiento crítico con ese pequeño pero indispensable grupo de jóvenes que se atreven a pensar y que quieren actuar. Estas apreciaciones erróneas de ciertos intelectuales tienen su reflejo práctico en la falta de respuesta en estas dos últimas guerras cruciales, decisivas en el tránsito hacia formas superiores de exterminio, dónde se subcontrata la guerra a través de mercenarios, guerras de cuarta generación en Libia con un control mediático modélico, puesto que se ve auspiciado por las propias ONG occidentales y las malversadas buenas intenciones de la parte de población que las apoyan. Todo esto mientras no sólo contamos con la manipulación externa por omisión y tergiversación, sino que a través de un mecanismo de censura interior protofascista, nos anticipamos a la propia represión externa que ya se va configurando.
Los “errores” tuvieron su correlato en la vida y en la muerte de muchos. Hay modulaciones de ello ahora que releemos aquellos artículos y manifiestos que colaboraron en crear un estado de opinión favorable o indiferente hacia una guerra igual de perversa que la de Irak. Ya dijimos que con la guerra de Irak, al menos se articuló una respuesta mundial, movilizaciones enormes, inéditas…que atemorizaron a los generadores de muerte. Todavía no estaba implementado del todo el control férreo del pensamiento a través de las nuevas tecnologías y todavía existían resquicios para otras versiones informativas de lo que acontecía sobre el terreno. En el caso de la guerra de Libia trabajaron con astucia los centros de control social, le dieron forma humana a la masacre, y hasta fomentaron un discurso de “izquierdas” que apoyaría a las “primaveras árabes” desde la ensoñación revolucionaria. La pulsión de conciencias desde el “buenismo” les dio resultados impensables, mejores de los previstos, ante una desmovilización vergonzosa. Venía inscrito en este éxito y en nuestro silencio que el “modus operandi” libio pedía a gritos su repetición en Siria.
Tenemos por delante esa lucha por la paz, contra la guerra neocolonial. Este es el único ecumenismo posible, que lejos de dividir, une….no es expectativa juvenil (casi todas las corrientes políticas en boga son en su gran mayoría de expectación y de espectadores), es una realidad que si el activismo contra la guerra de Irak unió a millones de seres humanos de todas las edades y condición en todo el mundo, ahora puede seguir haciéndolo. Tanto el decrecentismo distópico cómo la socialdemocracia mediática parecen diseñadas para los jóvenes. Incluso me atrevería a afirmar que ambas y en apariencia disonantes corrientes, son coincidentes en ser un modo de dilapidación de la energía transformadora de estos jóvenes que ahí queda empantanada y esterilizada; sin poder ser operativa allí dónde la demanda de este tiempo más lo requiere: El antibelicismo. La lucha contra la guerra sin embargo fue y será intergeneracional. No nos promete más tiempo para hacer el amor, ni trabajar menos, ni nos asegura un “estado de bienestar”; pero permite hacer moralmente lo único correcto en este tiempo: Asegurar la vida humana sobre la tierra. Esto no aparece por ninguna parte mediante una respuesta uniforme y colectiva desde las distintas corrientes ideológicas diseñadas para jóvenes inquietos.
Uno de los principales filósofos marxistas, Domenico Losurdo, apunta en la dirección correcta cuando nos habla de la izquierda ausente y del riesgo de guerra, en una entrevista (3).
Citamos estas palabras de Losurdo en la entrevista:
Hoy asistimos a una guerra neocolonial que algunos países de Occidente han desencadenado, que ha devenido en la destrucción de países como Irak, Libia o Siria. Analistas, investigadores y periodistas hablan ya de que nos encontramos en el preludio de otra guerra de gran envergadura. Es decir, que nos hallamos en una situación próxima a la de una gran crisis histórica: de un lado, el desmantelamiento del Estado social liberal, la austeridad, la penuria y del otro, los conflictos bélicos en curso de los que puede surgir otra guerra a gran escala”.
Retomando a Gramsci en este asunto del activismo contra la guerra, Losurdo declara:
Él (Gramsci) habla de la necesidad de construir un “bloque histórico” del que formara parte no solamente el proletariado sino también aquellas fuerzas populares interesadas en rebasar esta situación llena de peligros. Creo hoy en la necesidad de erigir un nuevo bloque histórico que una a las fuerzas populares, que en Occidente se hallan golpeadas por el paro, el endurecimiento de las condiciones de vida y la pobreza, así como los pueblos del Tercer Mundo que luchan por el desarrollo y contra las ambiciones neocoloniales del Occidente liberal. Deberá combatir contra la creciente polarización social y contra quienes acarician la ilusión de resolver los graves problemas mediante las guerras neocoloniales u otra de mucha mayor envergadura“.
Ese Tercer Mundo que de forma interesada apenas aparece en los discursos del decrecentismo distópico ni en la socialdemocracia mediática, tan pendientes de su ombligo; y menos todavía, en unión al primer mundo, en esta tarea histórica de conjurar en común los peligros principales y evidentes.
Restarle importancia a los riesgos de guerras generalizadas o de una guerra nuclear, entra en extraña contradicción con el núcleo milenarista de las ideas sobre el colapso maltusiano que mantiene Taibo con su teoría del decrecimiento. ¿Podemos desaparecer por sobrexplotación de los recursos y no por una guerra nuclear? ¿Es más importante la profecía autocumplida del colapso por sobrexplotación de los recursos que el hecho del colapso en si mismo por motivos distintos? Taibo no ignora los peligros de un neofascismo producto histórico habitual de situaciones cómo la presente, no desconoce que la guerra imperialista es la manifestación emergente, el verdadero colapso de la civilización, fruto de esos bienes “escasos”… para aquellos que los ambicionan todos. ¿Se traduce esta profecía del colapso en una denuncia de la guerra neocolonial concreta durante las charlas de Taibo por toda nuestra geografía en locales juveniles, centros libertarios, en debates, libros, artículos?… Es extraño: No. Si algo está fuera del pensamiento débil de la época, es precisamente la cuestión de la guerra de rapiña anglosajona y la del necesario frente común de la población occidental y de los países del Tercer mundo contra ésta. Un hecho que chirría por pura ausencia. Si sale a relucir, siempre es en equivalencia y equiparación respecto de la actitud defensiva de Rusia. Por mucho que busco no encuentro en Taibo esa inclusión en su noción de colapso del riesgo de guerras generalizadas o de guerra nuclear. De hecho, su parábola del padre de familia diligente que actúa siempre ante la mínima sospecha de riesgo y que ciñe al ámbito medioambiental y de sobrexplotación de los recursos; no es aplicable a si mismo en su condición paternal de promotor de la idea de colapso, cuando el riesgo a considerar es bélico.
Mantener que entre los bloques la similitud de sistemas capitalistas interconectados hace muy difícil una confrontación armada, es ignorar de manera deliberada la historia. ¿Qué fue la Segunda Guerra Mundial en su correlación y colusión con otros países capitalistas desde la Alemania de entonces, sino una carnicería inimaginable pero cierta?
La omisión del papel belicista principal del bloque hegemónico en lo militar y de los riesgos que supone para el mundo esta agresiva conducta repetida hasta la saciedad, ampliamente documentada en millones de muertos desde la segunda guerra mundial; ¿qué garantías absolutas ofrece de que aquí no pasará nada puesto que hay “líneas rojas que no pueden de ser traspasadas”?. Taibo en sus reflexiones y juicios sobre Rusia, desde los clichés de su discurso en esta cuestión, equipara en el imaginario colectivo la voracidad belicista occidental con la actitud defensiva de este país, y que no va inscrita en su condición o no de estado socialista; sino que tiene que ver con la supervivencia, ante la amenaza latente de agresión de las potencias occidentales que quieren hacerse con sus vastos recursos. Y esto es ajeno a las condiciones de similitud o diferencia entre las clases dominantes presentes en los gobiernos de los distintos estados: La Alemania nazi compartía sistema económico y relaciones de explotación con muchos países también capitalistas y eso no fue un inconveniente para “traspasar la línea roja” de la guerra de invasión y el saqueo.
Lo que más me confunde es que estoy seguro que entre los intelectuales con predicamento entre jóvenes inquietos, lo que podemos saber el común de los mortales, para ellos es una evidencia todavía mayor. Sus libros y escritos forman y conforman la conciencia de miles de jóvenes en facultades y universidades, en las lecturas que recomiendan otros profesores dado el prestigio alcanzado. Saben quienes pusieron los muertos para derrotar al nazismo y saben de dónde son los muertos que provoca el imperialismo neocolonial, saben de los 50 millones de muertos desde la segunda guerra mundial ocasionados casi en exclusiva por el bando o banda anglosajona en sus aventuras imperiales. El criterio marxista elemental aquel de “¿a quién beneficia?”, para a partir de ahí tirar del ovillo hasta los responsables evidentes del mal, algo tan simple, les falla y nos falla cada vez más a menudo.
Sin embargo, en las cuestiones de la admisión del “error” reconozco estar de acuerdo con Taibo en su apreciación genérica de que las ciencias sociales no son ciencias. Si lo fueran, gozarían de la humildad habitual en los científicos, capaces de asumir sus equivocaciones si la testaruda realidad u otra teoría verificada echan por tierra su paradigma.
En la tierra de nadie de la doble negación (Ni OTAN, ni Gadafi), quedaron a salvo o eso creen los autores intelectuales de ese ninismo, los supuestos juicios puros y ecuánimes de sus teorías equiparativas entre bloques, dictaduras e imperialismos; pero la realidad es que los seres humanos de carne y hueso son los que quedaban atrapados entre el sofisma e indefensos ante la guerra de agresión, sin el apoyo habitual de la mayoría de organizaciones de izquierda occidentales y de los jóvenes antibelicistas. Sin embargo, en América Latina tuvieron las cosas muy claras desde el principio, ni más ni menos que del mismo modo que toda la población mundial respecto de la guerra de Irak en su día.
Y en esta parálisis antibélica estamos todavía: Lo más parecido a la verdadera solidaridad internacionalista del no a la guerra, es una caridad hacia los refugiados que desvirtúa esa solidaridad y retroalimenta las agresiones bélicas; puesto que siempre estarán los bienintencionados occidentales incapaces de parar la máquina de guerra occidental, pero siempre dispuestos a través de sus ONG a poner las vendas en las heridas que infligen sus gobiernos. Para ganar alguna revolución, primero tenemos que parar la guerra, evitarla. Y esta victoria sobre el belicismo será el primer acto revolucionario contemporáneo, la plasmación valiente de la única solidaridad real hacia todos los oprimidos de la Tierra.
Hasta Putin, ese denostado y supuesto hombre de paja de oligarcas rusos en los clichés de los medios de comunicación occidentales y también concebidos de este modo en las teorías equiparativas y equidistantes entre bloques con independencia de su voracidad y beligerancia, ha optado por un mensaje alternativo al de la confrontación. Tiene propuestas este “Che Guevara del siglo XXI”, tal y cómo lo denomina Taibo de manera mordaz hacia quienes vemos, en realidad sin falsas expectativas revolucionarias (esas expectativas han sido el “error” de otros); un factor de equilibrio mundial en su actuación. “Aquí o nos salvamos todos o no se salva nadie”, afirma Taibo de manera formal y obviando la guerra. En el mensaje de Putin si que se implementa la condición de la supervivencia de todos, puesto que es el modo de asegurar la de Rusia. Si que reconoce los vientos de guerra y ve ese peligro de colapso concretado en ellos. Ha sido en la Conferencia de Sochi de hace unos días sobre “La guerra y la paz en el siglo XXI: El ser humano, el estado y la amenaza de un gran conflicto en el siglo XXI””, donde Putin ha planteado lo que muchos intelectuales no mencionan: Las armas nucleares no permiten un ganador en un conflicto global, la existencia de una guerra mediática de acoso a Rusia en la que tantos intelectuales participan, el trato de EE.UU. a sus socios cómo el de amo/vasallo, el apoyo a mercenarios para cambiar a través de una violencia bárbara los gobiernos que no son del agrado de Occidente, etc…
También ha dicho eso que queda tan bien de que “o nos salvamos todos o no se salva nadie”, pero el resto de sus declaraciones, y hasta el título mismo de la conferencia, hace pensar que en este caso si se cree la sentencia. Ya sabemos que siguiendo la consigna de Serrano Suñer, una gran parte de la intelectualidad tiene la tarea asignada de repetir hasta la saciedad aquello de que “Rusia es culpable”. Pero ahora mismo la resistencia a esos planes hegemónicos que proviene de Rusia es la que hace albergar alguna esperanza en un mundo multipolar y por lo tanto no sometido al dictado de los ejemplares gobiernos democráticos occidentales, de altos valores sobre el papel untado en sangre.
En relación a esos valores ilustrados con pretensión de universales, alguien tendrá que explicar cómo y de qué manera los principios democráticos formales y de los derechos humanos, que en la práctica niegan los gobernantes dentro y sobre todo fuera de sus fronteras, tienen luego como principales valedores a cierta intelectualidad; esa que reniega dentro de su país de estos principios burgueses por tramposos e insuficientes y sin embargo luego se atreven a exigir como un salvoconducto, e incluso por encima del derecho a la vida, su estricto cumplimiento en otras latitudes. Por lo general, en aquellos países con gobiernos que no son del agrado del poder occidental.
Sería bueno que la izquierda ausente (Losurdo dixit) empezase a comparecer en este asunto que tanto le atañe, incluso aunque no haya intelectualidad que la respalde; por razones de su propia supervivencia y de la de los demás. La Internacional del siglo XXI es esta lucha final, la que debe reunir a todo el género humano, incluso sin vínculo ético: Sólo el biológico de ese compartido instinto ciego de la mera supervivencia.
Notas:
1.- Manifiesto sobre la intervención “humanitaria” en Libia
2.- “Desde Marruecos a Bahréin la reivindicación es la misma: un cambio pacífico y radical que instaure una democracia que ampare los derechos sociales y económicos de la mayoría”
3.- “Las guerras de hoy preludian otra guerra de gran envergadura”

jueves, 29 de octubre de 2015

Socialicemos la agroecología para vencer al capitalismo







Alejandro Serrato


Más allá de una moda pasajera, la agro-ecología tiene que ser un modelo de producción, que no solo se centre en los principios fundamentales agro-ecológicos, si no que asuma como propio otros principios que combatan abiertamente el capitalismo en todas sus formas y colores.
 
Una sociedad envuelta en la bandera del sistema capitalista, no puede desarrollar un modelo agro-ecológico generalizado y convertirlo en algo más que en proyectos de ámbitos locales, muy reducidos, donde participamos colectivos, de pocas personas, que dependemos de pequeños grupos  de consumo, pará darle salida a los productos que cultivamos en apenas pequeños huertos.

¿Podemos vivir dignamente con cultivos de estas características? No hablo de si puede comer una familia, o solo de cubrir los gastos generados, hablo de poder hacer frente a los pagos de unos estudios de calidad para nuestros hijos e hijas, de poder acceder a servicios básicos, hablo de hacer frente a pagos mínimos de agua, luz, gas, solventar problemas que se presentan día a día, acceder a servicios esenciales y vitales, que el mundo capitalista nos niega, si no es a base de disponer o poseer de una economía medianamente holgada.
Yo creo, personalmente, que con el modelo actual de agroecología, donde actuamos como grupos o instituciones secretas, que entre nosotros debatimos, discutimos y desarrollamos políticas a favor del medio ambiente y de una sociedad justa, no podemos vivir dignamente de este modelo, mientras este sea una isla de justicia en el mar de desigualdad y opresión del capitalismo.
Tenemos  que intentar abrir nuestras “sociedades secretas” y poner a  toda la población con las manos sobre la tierra, para que sientan la libertad y la sabiduría de nuestros antepasados, que tenían como forma de vida la agricultura sostenible. Dejemos las puertas abiertas de nuestros cultivos y pongamos nuestros conocimientos en la mente y en las manos del resto de la población. Introducir el concepto de agro-ecología en las instituciones, con fuerza y decisión, de forma que rompan las ventanas cerradas de las administraciones. Esas ventanas que cierran la posibilidad a que entre la voz del pueblo y del medio rural, pero que si permiten que estén dentro las voces y las manos del agronegocio global, que deciden la alimentación en Andalucía, y las  políticas agrarias que aquí se aplican
Iniciemos un debate serio y con fundamento, en el seno de  las fuerzas políticas, sindicales y sociales. Hay que debatir proyectos y acciones concretas entre colectivos, campesinos, campesinas y administración, pero no solo para aumentar la cuantía en ayudas y buscar la subvención que nos haga rentable nuestro proyecto de cultivo, cerrar el acuerdo para cursos de formación, o que los ayuntamientos nos cedan terrenos para huertos sociales donde poner en prácticas nuestros conocimientos.
La búsqueda del debate en la institución debe ir encaminada a concretar proyectos de ámbito local, para caminar hacia lo global, globalizar la lucha con proyectos que no tienen que ser exclusivamente innovadores, si no rescatar los que ya desde la izquierda consecuente, para romper con el franquismo y con el capitalismo, buscó implantar en los años 80 en muchos municipios andaluces, como fueron los comedores escolares, dónde con un control exhaustivo se llevaba las compras de productos a los campesinos y campesinas locales, evitando el acaparamiento de mercancías y de la tierra por las grandes distribuidores que controlan a día de hoy el rentable mercado de comedores escolares, centros hospitalarios, etc. y el mercado de la alimentación en general.
Con el paso de esos primeros años de búsqueda de una sociedad más justa, igualitaria y de un desarrollo sostenible en consonancia con el medio ambiente, muchos de aquellos colectivos políticos y sociales, olvidaron cual era su función en los pueblos y ciudades andaluzas y para qué depositó el pueblo la confianza en ellos. Con el paso de los años en esta democracia atada y bien atada, los partidos del régimen del 78, eliminaron estas iniciativas, para desarrollar políticas claramente capitalistas y eliminar la peligrosidad de la organización de los trabajadores y trabajadoras en el medio rural, donde se imponía lo colectivo y lo social al capital.
Este tipo de experiencia de principios de los 80 desarrollaban ámbitos de trabajo colectivos, modelos cooperativistas, mediante la compra directa al campesinado de los productos locales. Se desarrollaba un claro ejemplo de soberanía alimentaria, fijando a la población al medio rural, superando sin subvenciones la miseria y la exclusión social de jornaleros y jornaleras.  Con un espíritu transformador que hizo a la juventud rural abrazar la tierra. Comedores escolares, de hospitales o residencias de ancianos, eran la bandera que enarbolaban los que ya mucho antes de que se desarrollaran el concepto de agro-ecología, la practicaban, creando una simbiosis entre las campesinas y los consumidores, desarrollando canales de comercialización cortos, evitando la contaminación, regenerando la materia vegetal, incentivando la rotación de cultivos ecológicos y eliminando los químicos del abonado y del control de plagas, desarrollando variedades de cultivos autóctonos y sociales, donde se generaba mano de obra, eliminando los monocultivos que han dibujado paisajes de oscuridad en el presente y  futuro del medio rural.
En definitiva, si abrimos nuestras sociedades secretas de la agro-ecología al resto de la población, hacemos participes de nuestros conocimientos, nuestro amor por el medio ambiente y nuestra lucha contra el capitalismo, y empuñamos entre todos y todas  nuestra bandera de la soberanía alimentaria. Podremos desarrollar una sociedad más justa, igualitaria y en armonía con el medio ambiente.
Como me decía un campesino de 88 años de Arriate, “¡Niño! La agroecología es la forma fina que tienen los ecologistas, de decir lo que yo he hecho toda mi vida, luchar contra las injusticias, de la forma que solo sabía hacer, sembrar semillas locales, rotar los cultivos y abonarlas con estiércol, para dar de comer a mis  5 hijos, sin necesidad de tener que ir a comprar la comida a esos sitios tan grandes que a saber, ¡dios!, de donde vendrán esos alimentos y quien lo ha sembrado, porque mis productos están en la tienda de allí abajo, y quien quiera que venga, que le explico cómo lo he sembrado, que variedad de tomates son, y como lo he abonado”.
La agroecología como método de lucha por la supervivencia del medio rural contra el capitalismo, frente a las grandes multinacionales, contra el acaparamiento de tierras y de los productos alimenticios, solo es posible si desarrollamos el concepto como algo habitual en nuestro día a día, lo socializamos y lo abrimos al 90% de la población, y en vez de tratar a la agro-ecología y la soberanía alimentaria como algo de nuestra propiedad, lo trasladamos a la ciudadanía, como algo habitual que ya lo llevaban a cabo nuestros mayores, que construían y construyen en silencio, con paciencia y, a lo mejor, sin saberlo, la Andalucía Libre que necesitamos y queremos.

miércoles, 28 de octubre de 2015

Frontera Sur: échale la culpa al muerto






Juan José Téllez




No son nadie. Los muertos. Algunos muertos. Espectros, simplemente, ectoplasmas sin identidad en un mundo copado por la fama y el poder. Gente sin nombre y sin historia. Los muertos. Los nadie. Los de la frontera sur, por ejemplo, que ni siquiera tienen derecho a que el Estado español desentrañe las causas y las posibles responsabilidades de su fin. Los muertos tienen la culpa, según un auto judicial recientemente dictado en Ceuta. La culpa de su muerte. Y, presumiblemente, la culpa de su vida.
Ya se veía venir. Hace poco menos de un mes, el juzgado de instrucción número 3 de los de Arrecife archivaba el caso de la patrullera de la Guardia Civil que arrolló a una patera, en Lanzarote, en diciembre de 2012: sólo fue rescatado el cuerpo sin vida de un joven marroquí, pero otros seis desaparecieron bajo las aguas. La embarcación fugitiva, en la que viajaban Jihad Zouyga, Nouredine Sadiki, Redouane Boulal, Hasan Mohandis, Rachid Amidane y Abdelali Elhajrani, fue sorprendida por la patrullera Cabaleiro cerca de la playa del Jabillo. Hay un video, despreciado por el juez, en el que puede verse como se inició la persecución de manera inmediata y como el patrón de la patera detiene su motor. La nave de la Guardia Civil, sin embargo, no aminoró la velocidad y pasó por encima del muerto, de los desaparecidos y de su barca, quienes por unos instantes intentaron mantenerse a flote, agarrados al clavo ardiendo de sus restos de naufragio.
En lugar de condenar aunque fuera por imprudencia temeraria a los guardias por el incumplimiento probado de una serie de protocolos, como el de utilizar una lancha auxiliar en dicha pesquisa, el magistrado cargó las tintas contra la acusación particular, con las siguientes palabras: “No alcanzamos a comprender, si no es de la óptica del oportunismo político y mediático, como se puede sostener una postura acusatoria y de imputación de la tripulación de la patrullera Cabaleiro”. ¿Está en contra su señoría de que pueda existir legítimamente dicha figura acusatoria? Tampoco parece aceptar de grado las normas que supuestamente se vulneraron en el curso del incidente, tal y como cabe deducirse de otro pasaje de su inquietante auto: “Se invocan reglamentos, “prevención de abordaje”, convenios con Servicio Marítimo de Rescate, protocolos de actuación etc. Y que se convierten en papel mojado ante las situaciones, que exceden cualquier normativa impuesta por el frio papel de la norma, cuando es el mar impone su orden y cuando alguien con una mínima experiencia en el mar es plenamente consciente que la Mar no se somete ni a regulaciones ni a protocolos , y las pautas de actuación vienen impuestas por ella”. Seguramente, Joseph Conrad y Helman Melville aplaudirían la parrafada, pero no así los familiares de los fallecidos. Otros nadie, sin uniforme ni rango, sin nombre ni presencia.
Lejos de cualquier atisbo de reconvención, por mínimo que fuere, el juez convirtió su auto en un encendido elogio al Instituto Armado: “Las partes acusadoras , al contrario que el Ministerio Fiscal, pretenden hacer de este procedimiento una causa general contra el Servicio Marítimo de la Guardia Civil , cuya dedicación, sacrificio y abnegación en estos servicios de rescate son incuestionables”. ¿Es que dicha dedicación, sacrificio y abnegación le impiden acaso cometer errores?
Ha vuelto a ocurrir. Una semana atrás, quedó archivado y sin efectos algunos el procedimiento judicial que investigaba la muerte de 15 personas el 6 de febrero de 2014 en un intento de entrada a Ceuta repelido por la Guardia Civil en aguas próximas a la frontera de El Tarajal. Ibrahim Keita, Armand Debordo, Dauda Dakole, Jeannot Flame, Joseph Blaise, Larios Fotio, Nane Roger Chimi, Ousman Kenzo, Oumar Ben, Samba Baye, Yves Martin y Youssouf, y otros tres jóvenes sin identificar. Los guardias, para repelerles, utilizaron pelotas de goma y botes de humo contra algunos inmigrantes que pretendían alcanzar la orilla. Hicieron lo correcto, opina Mari Carmen Serván, titular del juzgado número 6 de los de Ceuta, en su auto. Que faltan indicios, afirma; en espera eso sí, de que las ranas echen pelo o de que Marruecos –un reino que no suele ser propenso a la ternura oficial– conteste a una comisión rogatoria sobre las autopsias relativas a diez muertos de aquel día, que fueron enterrados al otro lado de la frontera.

Mientras la Fiscalía coincide tácitamente con la juez, la Comisión Española de Ayuda al Refugiado, el Observatorio DESC y la Coordinadora de Barrios han interpuesto esta semana otros tantos recursos de reforma contra el auto que decretó el sobreseimiento provisional de esa causa. ¿O era un recurso contra la perplejidad y el estupor? Si la jueza entiende que no existen indicios de que los guardias hicieran un uso inadecuado del material antidisturbios, visto lo visto en las imágenes de aquel día, difundidas por las fisuras de las redes sociales, habría que cambiar el manual de uso de tales armas disuasorias. ¿No debiera primar el criterio de ayudar a quien intenta ganar a nado y en son de paz una playa, en lugar de dispararles para hacerles volver grupas o hundirse en el mar?
La orden de servicio 15/11 sostiene explícitamente: “Caso de que prosigan el avance haciendo caso omiso a las indicaciones anteriores se podrá hacer uso de los medios antidisturbios, pelotas de goma y defensas, de que se dispone”. A ello se agarra la jueza, aunque nada diga la orden de la utilización de tales armas en el agua y, en cambio, tal y como recoge el propio auto, “el uso de los medios habrá de regirse por los principios de congruencia, oportunidad y proporcionalidad”. ¿Fue congruente, oportuno y proporcional disparar a un puñado de espaldas mojadas? Los vídeos oficiales no le sirven a la jueza porque tienen baja calidad y por lo tanto gozan de un valor “limitado”. En uno de ellos se ve a un agente disparando pelotas de goma contra los nadadores. En el citado documento judicial, no aparece mención alguna sobre la cámara térmica situada en el Monte Hacho que registró al menos cinco lanzamientos consecutivos muy cerca de los inmigrantes que se limitaban a nadar sin mostrar más hostilidad que hacia la muerte. Tales datos se esfumaron del auto como si fueran botes de humo.
Había dieciséis guardias en el banquillo. Probablemente faltara quien diese la orden de disparar. Los altos mandos no suelen responder de sus disparates ni los guardias rasos tirar colectivamente del gatillo fácil de los cowboys en un día como aquel. No hay indicios de que fueran los agentes quienes provocaron sus muertes, pero tampoco de que se aprestaran a salvarles. Ni existe el más mínimo registro de que la Benemérita alertase para ello a Cruz Roja o a Salvamento Marítimo. Estaban demasiado ocupados jugando al pim pam pum. Eso sí, al menos uno de los agentes reclamó a sus mandos que enviasen pronto a los buceadores. Cuando llegó la embarcación de los submarinistas del Grupo Especial de Actividades Subacuáticas ya era tarde. El mar ya era, entonces, de nuevo el morir.
Lo extraordinario de este asunto es que la jueza sostiene que los guardias no están obligados a prestar auxilio en dicho trance, tal y como obligan otros protocolos distintos a los de Lanzarote: “Los inmigrantes no eran personas en peligro en el mar que precisasen ayuda en el sentido referido en el Convenio Internacional para la Seguridad de la Vida Humana en el Mar (SOLAS) y la Convención Internacional sobre SAR Marítimo”, reza en su auto.
La culpa de esas muertes, según ella, la tuvieron los muertos: “Los inmigrantes asumieron el riesgo de entrar ilegalmente en territorio español por el mar a nado, en avalancha, aprovechando la noche, vistiendo gran cantidad de ropa y haciendo caso omiso a las actuaciones disuasorias tanto de las fuerzas marroquíes como de la Guardia Civil”.






Incluso pone en duda de que los cadáveres puedan corresponderse con los fallecidos aquel día y en base a la opinión del forense Ángel Macías, quien aseguró que no podía aseverarlo al cien por cien:”Por la data de las muertes y de las fechas en las que fueron apareciendo los cadávares no se puede afirmar que los fallecimientos se produjesen el día 6 de febrero de 2014 con motivo del intento masivo de entrar en territorio ceutí, ni si quiera el primer cadáver”, sostiene la titular de un juzgado que aprobó la rápida inhumación de los cuerpos localizados en Ceuta, sin que diera lugar a su identificación cuando “Caminando fronteras” y otras ONGs tenían localizados a algunos de sus familiares y a varios supervivientes de la aventura, cuyo ADN o cuyo testimonio hubieran servido para verificar sus nombres.
Pero olvidaban que no tienen derecho a nombre, ni a verdad judicial, ni a una investigación que merezca semejante consideración. Sencillamente, según pudiera sobreentenderse, murieron como consecuencia de un accidente o víctimas de un suicidio colectivo. Su secta, sin embargo, era la del hambre propia o la de la sed de horizontes.
Archivado por tanto aquel ir y venir entre España y Marruecos de dos muertos de nadie, aquel 6 de febrero: iban de un lado a otro sin que nadie quisiera quedarse con sus sueños tan descompuestos como su carne. Antes de archivar la investigación judicial, ya quedó sin efecto la investigación política. El PSOE e Izquierda Plural plantearon a la Junta de Portavoces del Congreso, que disuelve sus sesiones este lunes, la viabilidad de una comisión de investigación, pero el rodillo del PP lo impidió, a pesar de que las explicaciones del ministro del Interior, Jorge Fernández Díaz, fueron tan rocambolescas entonces como el auto judicial ahora. En aquel momento, el secretario general del grupo parlamentario popular, José Antonio Bermúdez de Castro, aseguró que la comisión de investigación era “innecesaria” por tres razones: “La primera, que el ministro ya dio cumplidas explicaciones. La segunda, que el Gobierno ha realizado un ejercicio de transparencia colgando en la web de Interior los vídeos de lo que sucedió esa noche. Y la tercera, que este caso está siendo investigado por los juzgados”. Silencio y punto en boca. Los muertos al hoyo y los vivos a seguir practicando devoluciones en caliente.
¿Será posible que estos casos acaben ante el Comité contra la Tortura de Naciones Unidas, tal como ocurrió en el caso de Lauding Sonko, inmigrante senegalés muerto en 2007 a manos de la Guardia Civil, cuando intentaba cruzar a nado hacia Ceuta y fue obligado a tirarse al mar sin saber nadar. El Estado español, en su defensa, explicó en su día que los hechos habían sido archivados por un juzgado de Ceuta, pero el Comité considera que “cabe al Estado parte explicar las circunstancias de la muerte del Sr. Sonko, toda vez que le han rescatado con del agua con vida. El Comité considera, asimismo, que independiente del hecho de que los guardias civiles hayan pinchado el flotador del Sr. Sonko o a qué distancia de la orilla lo hayan depositado, este fue dejado en condiciones que le causaran la muerte”. Ya que el comité observa que “los guardias civiles mantuvieron el control sobre las personas a bordo y eran por tanto responsables de su integridad”.
Lo cierto es que, en 2012, el Comité condenaba al Estado español por violación de los artículos 16 y 12 de la Convención Contra la Tortura y Otros Tratos o Penas Crueles, Inhumanos y Degradantes. Al mismo tiempo,instaba a España “a efectuar una investigación adecuada e imparcial de los hechos que se produjeron el 26 de septiembre de 2007, a perseguir y condenar a las personas responsables de esos actos y a conceder una reparación integral que incluya una indemnización adecuada a la familia del Sr. Sonko…” . Con semejante precedente, cabe preguntarnos como nuestros juzgados se arriesgan a resolver la papeleta de una forma tan superficial. Quizá porque el peso de la opinión pública española y europea, tanto en la crisis de las migraciones como en la de los refugiados, se arrime más a la orilla de la hipocresía que a la de la compasión real.
En el caso del senegalés, Elena Maleno, de “Caminando fronteras”, analizaba con plena certidumbre que “Sonko no estaba solo aquella madrugada del 26 de septiembre de 2007, las tres personas que le acompañaban, dos hombres jóvenes y una mujer de cincuenta y dos años, fueron deportadas al desierto, en la zona de Argelia, tras ser detenidas por las autoridades marroquíes. Así, se perdían los testigos de un hecho delictivo”.
Lo peor de todo esto es que la muerte de Sonko no fue provocada por unos guardias civiles actuando de forma arbitraria, sino por un cuerpo de seguridad que cumplía órdenes de la Delegación de Gobierno de Ceuta. Esta práctica era institucional, lo que dificultó las investigaciones del caso Sonko y provocó que nuestra justicia ordenase el archivo de las actuaciones derivadas del fallecimiento de Launding”. ¿Actuaron de nuevo los guardias del Tarajal por orden de un delegado del Gobierno que también incurrió en flagrantes contradicciones? ¿Ocurrió lo mismo en Lanzarote y los guardias del patrullero tenían el beneplácito de sus superiores para saltarse a la torera los protocolos esenciales de persecución?
¿Por qué murieron unos y otros? Por lo que vienen naufragando a miles los africanos en la frontera sur europea. Porque hemos fracasado a la hora de regularizar la inmigración de forma convencional y tampoco hemos tenido éxito a la hora de encauzar a los solicitantes de refugio. Sonko, por ejemplo, provenía de Casamance, en Senegal, una zona inmersa en conflicto y que podría haber solicitado protección internacional si las autoridades españolas hubieran respetado los procedimientos legales en materia de asilo, en lugar de establecer un laberinto físico y legal del que ni siquiera Icaro sería capaz de escapar con alas de cera. Antes pasará un camello por el ojo de una aguja que un subsahariano por las oficinas de asilo que, a trancas y barrancas, abrieron sus puertas hace año y medio junto a las vallas de Ceuta y Melilla. De las cuatro mil solicitudes que se han tramitado en dicha encrucijada, apenas hay ninguna de individuos que procedan del polvorín de Africa central o del Africa atlántica, devastada por distintos tipos de terror desde Mauritania a Mali, Sudán del Sur, la República Centroafricana oNigeria –en clara situación de conflicto– o Senegal y otros países donde también podrían aplicarse medidas de refugio por distintas causas que aparecen claramente expresadas en la legislación internacional con la que se ha comprometido España. La segregación, por los motivos que fueren, alcanza tal calibre que ACNUR ha protestado púbblicamente por dicha costumbre y el Comité René Cassin ha cursado ya una denuncia al respecto ante el Comité para la Eliminación de la Discriminación Racial (CERD) de las Naciones Unidas. Esta última acción legal ha sido presentada por Alberto Revuelta, el joven abogado que también asumió en su día la demanda por la muerte de Sonko. En esta ocasión, se basa en el caso de Abdoulaye Mara, un joven inmigrante de Mali que se encaramó a la valla melillense durante varias horas, gritando que quería pedir asilo sin que nadie atendiera a su petición. Cuando lo hicieron bajar a territorio español, antes de que la Guardia Civil lo devolviese maniatado y en caliente al otro lado de la frontera, volvió a insistir en su petición. Todo inútil.
Los solicitantes de asilo procedentes de Siria y de otros países del norte de Africa si logran llegar, mediante sobornos en territorio marroquí, hasta las oficinas españolas. Los negros, como allí se les llama, nunca. Unos y otros, con demasiada frecuencia, terminan reuniéndose en esa patria profunda a la que llamamos mar. Sus profundidades están llenas de cerrazón, de miedo, de fronteras cerradas, de corrupción y de autos judiciales que terminan culpándoles de su propia muerte, sin que nadie les proponga truco o trato.

martes, 22 de septiembre de 2015

Tres posturas básicas ante la inmigración






Juan Gabalaui



Podríamos distinguir tres tipos básicos de posturas ante la inmigración. La primera es la propia de la derecha que implica un rechazo tajante y la defensa de controles estrictos y medidas ejemplarizantes que impidan lo que ellos llaman el efecto llamada y las consecuencias dramáticas, social y culturalmente, que supondrían la invasión -esta palabra es muy socorrida- de los foráneos, especialmente, por no decir exclusivamente, aquellos que no vienen con la chequera por delante o de países prestigiosos. Los inmigrantes son considerados de varias maneras y pocas de ellas positivas. Suelen ser terroristas, delincuentes y violentos. Tienen aviesas intenciones como la de socavar y eliminar la cultura occidental. En el caso de que se les acepte deben aceptar la cultura ajena y renunciar a la propia, ser sumisos y dedicarse a tareas mal pagadas y, si es posible, sin derechos. Son los que entienden la necesidad de cárceles como los CIEs y justifican la perdida de derechos sociales y sanitarios y la violación de los DDHH por la condición de ilegalidad que les confieren. Ante las crisis humanitarias que se producen cada vez que numerosos grupos de personas foráneas se mueven peligrosamente en la dirección que consideran equivocada, adoptan una postura cínica en la que hacen ver que entienden la situación dramática por la que pasan pero que la respuesta no puede ser más que la expulsión por cualquier método posible. Si les preguntas qué opinan de las concertinas, entienden que es una medida muy drástica pero a la vez te preguntan que qué harías tú si miles de inmigrantes violentos intentan traspasar las fronteras por la fuerza, agrediendo a las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado. Después, en plan condescendiente, te pasan la mano por la espalda y te dicen que pecas de buenismo y que el mundo es más duro de lo que piensas.
La segunda postura la defienden quiénes se indignan leyendo las noticias y viendo las imágenes sobre el drama de la inmigración. Suelen estar sentados delante de sus televisores, conectados a sus móviles y ordenadores portátiles. Se emocionan ante las imágenes de cientos de personas deambulando por las carreteras. Se indignan ante la violencia policial y las medidas antipersonas de los gobiernos europeos. No entienden que les traten de esa manera sobre todo cuando hay niños entremedias. Pero a la vez entienden que tiene que haber un control, que no todo el mundo puede ir donde quiera. No se les puede tratar de esa manera pero hay que pensar una manera de evitar que tengan que venir. Compran la idea de que alguno de esos inmigrantes se dedica a la delincuencia y son una de las causas de la inseguridad en las grandes ciudades. En el fondo, la emoción les asalta ante el televisor pero si tuvieran que convivir con ellos, probablemente, la empatía se transformaría en rechazo. Desde lejos, la solidaridad es más sencilla. A veces basta un solo click para apoyar causas humanitarias. Se intentan blindar contra la propaganda de la derecha pero el ataque por aire, tierra y mar hace que vaya calando y si escarbas se habla de miedo, de inseguridad, de violencia, de agresividad, de falta de integración, de que algo hay que hacer porque no podemos vivir tanta gente en el mismo sitio. Quieren que se controle el trasiego de gente de acá para allá pero sus gobiernos les dicen que quienes quieren entrar por sus fronteras son ilegales y que hay que levantar muros y vallas con concertinas. No hay otra forma. Una vez que pasa el bombardeo informativo siguen con sus asuntos y se olvidan de los muros, de las vallas y de los ahogados en el mediterráneo.
La tercera postura la sostienen las que no solo se emocionan y se indignan ante el maltrato y las medidas deshumanizadas que aplican, inmisericordes, los países europeos sino que, también, participan activamente en la lucha contra las violaciones de derechos humanos, las políticas migratorias de los países de la Unión Europea, el blindaje de las fronteras y la criminalización de las personas que migran. Son las que trabajan por la creación de redes de solidaridad y apoyo a las personas migrantes. Son las que no solo piensan que las personas que emigran son personas sino que las tratan como tales en sus ciudades, en sus barrios, en sus comunidades. Son las que piensan que los conflictos convivenciales se solucionan desde el abordaje en común, con la participación de todos como ciudadanos de pleno derecho. Son las que saben que el drama de muchos inmigrantes no se circunscribe a los días que los medios de comunicación les dedican primeras portadas o abren los telediarios en prime time sino que forman parte de su día a día, en la búsqueda de trabajo, en la obtención de la documentación legal, en el rechazo de parte de la comunidad, en el miedo que provocan sus diferencias en el color de piel, en sus costumbres y en sus vestimentas, en el racismo existente del que los medios apenas hablan. Son las que no pueden olvidarse de la existencia de cárceles para personas donde sus derechos quedan al arbitrio de uniformados a los que les importa muy poco el devenir que les espera. Son las que no les importan las razones por las que una persona decide irse de su país y construirse un futuro en otro, con sus ilusiones y sus metas.
Europa amamanta a sus conciudadanos con miedo y el rechazo al otro es un efecto lógico de esa mala leche tan poco nutritiva. Despojarnos de la propaganda del miedo a lo diferente, del miedo a aquello que está detrás de nuestras fronteras no es fácil. La relación entre diferentes no es habitual, nos separa el desconocimiento y la desconfianza, y las instituciones y los gobiernos poco hacen para recortar las distancias. Nos dificultan saber que las diferencias son menores que todo lo que tenemos en común. Que anhelamos lo mismo, que nuestras metas se reducen a la misma cosa, que sentimos muy parecido y que respiramos por los mismos sitios. Por supuesto que la convivencia no es fácil y los conflictos forman parte de ella pero solo podemos resolverlos desde la consideración del otro como alguien con el que podemos hablar y llegar a acuerdos. Los gobiernos nos los presentan como enemigos, como personas a las que hay que temer y controlar. Les cierran las fronteras para que no se expandan, para que no estemos en contacto. Al final nuestras miradas, de uno y de otro, beben de la desconfianza. No podemos esperar a que los gobiernos hagan lo que tenemos que hacer nosotros, en nuestro día a día, en la relación con nuestros vecinos. Solo cuando veamos que en el fondo somos lo mismo, viviremos sus sufrimientos como nuestros. En ese momento, no seremos capaces de aceptar tanta injusticia. No habrá gobierno alguno que se resista a nuestra fuerza en común.

jueves, 17 de septiembre de 2015

A vosotros, astutos patriotas del «primero los de aquí»






Miguel G. Macho


Me cansa el asunto de los refugiados a nivel mediático y he discutido bastante en esta publicación del caralibro, pero ahí van 9 cuestiones que estimo importantes para todos esos patriotas del territorio español que dicen «primero los de aquí».
No hay elección alguna entre ayudar a sirios o a españoles. No la hay, en serio. Que no, de verdad. No se está escogiendo entre una cosa u otra de ninguna de las maneras por mucho que lo repitas o pienses. Principalmente porque por aquí nada escoges, pero lo que se está decidiendo es si ayudar o no ayudar a menos del 5% de unos refugiados de guerra (el 95% está ya en otros 4 países, principalmente Jordania y El Líbano) que no tienen país al que deportarles, práctica habitual por aquí aderezada con pelotazos a todo lo que nade y verjas de cuchillas.
Repito y refuerzo. Aunque pudieses influir lo más mínimo —que no es así— para no ayudar a los sirios y patearlos en la frontera hasta que se mueran, no se ayudaría a cambio a los españoles de ninguna de las maneras por el gobierno que votaste y el sistema continental que toleramos. De hecho seguramente de esos 150 o 200 míseros millones la mitad se quede en corrupción durante el camino.
Dejad de decir una y otra vez que se están colando 4.000, 15.000 o tropecientos mil millones de asesinos del Daesh (Estado Islámico) en Europa.
Es una chorrada pensarlo porque ya están aquí, eso lo primero. Si quieren atentar en Europa tienen suficientes soldados/mercenarios directamente con pasaporte europeo para ello, sin necesidad de utilizar unos inservibles pasaportes sirios para colarse en Europa por el camino más vigilado y controlado actualmente. Sería como utilizar pasaportes iraquíes o afganos; un absurdo táctico con tantísimas redes de inmigración ilegal actualmente operativas para colar una bomba atómica si les saliese de sus yihadistas cojones para detonarla encima de la torre Eiffel.
El caso es que ante la entrada de algún desertor del Daesh, ¿la policía para que está? ¿Solo para golpear familias indefensas en la frontera? De hecho si tanto te preocupa la seguridad europea, pide a gritos controles y ayudas a los sirios, para que se canalice la migración por cauces legales y no los mafiosos habituales.
Pongo un ejemplo de hipocresía por mi parte y la vuestra. Con los 11.000 millones anuales dados a la Iglesia Católica podemos ayudar a todos los españoles en la miseria y también a los sirios. En plan caridad, sin cambios estructurales, directamente dándoles 400€ y casa a todos. ¿Por que mierda no decís LOS DE AQUÍ PRIMERO a la puta Iglesia? ¡Id a las parroquias (que también les reparamos) a exigirles la pasta de nuestros impuestos que generosamente les regalamos! ¡Exigid vuestros reaccionarios derechos como “cotizadores” a los curas y no a unos refugiados muertos de hambre sin nada que perder!
Encima el papa que va de colorao ha dicho esto, movilizando a las diócesis con la típica de toda la vida de los curas: dar una de cal y otra de arena. Siempre sin gastar un puto duro de los 11.000 millones que les regalamos cada año, sino pidiendo sacrificio y penitencia a sus creyentes.
EE.UU. asedia el planeta entero, está pringado en todo como cabeza visible del imperialismo que es, bombardeando lo que le sale de las naciones unidas y tiene el ruinas medio mundo; pero nunca acoge grandes masas de refugiados ni paga por nada a la títere Europa por financiar la reconstrucción de Gaza una y otra vez o en este asunto de los sirios. Es más, saca beneficio con la reconstrucción de los países que destruye en plan eficiencia buitre del capitalista, el genocidio como business.
Europa es un gigante económico, un títere militar y un enano político.
Otro asunto que también se está decidiendo —pero más en la sombra— es si la OTAN (alianza atlántica más bien) tiene ahora suficiente sensiblería europea para justificar el invadir Siria y destruir así sus casas con rigor; todo para poder quedarse con el nodo de los oleoductos de Oriente Medio, desintegrar todo atisbo de progreso en el mundo árabe y para que vengan más sirios de refugiados mientras matan a los que se queden.
No se conseguirá por el éxito diplomático ruso, que sin pegar un tiro frenó la invasión a Siria y también al sureste de Ucrania, acompañando procesos defensivos de la propia población local a la que se puede categorizar sin duda alguna de héroes. Ambas agresiones propiciadas por Europa, por cierto, pero frenadas a nivel diplomático por Rusia, sumando El Líbano e Irán en el caso Sirio; todo mientras la UE embarga y capa internamente la exportación de nuestros agricultores, entre otras cosas. Decidle también «primero los de aquí» a Merkel con el embargo de alimentos pero no de coches alemanes, maldita sea.
Si, es hipócrita que se ayude a refugiados de guerra sirios (sin un país al que volver, recuerda, por cosas de la guerra) y no a españoles, sudaneses, nigerianos, marroquíes o hindúes. Lo sabemos y muchos defendemos la igualdad en ese aspecto tan hipócrita. Porque si, lo es, mucho, sobre todo si se olvida la diferencia entre refugiado de guerra y económico. Lo es, vale, se sabe, basta ya; pero es que manda narices que a estas alturas tengamos que repetir una y otra vez la basura de mundo en el que siempre hemos vivido, donde la menor petición humanitaria hay que hacerla mendigando mientras te golpean y sacan un misil por la espalda.
Las altas instituciones mundiales están en manos de psicópatas podridos de dinero, el Capital o la burguesía financiera de toda la vida. La Unión Europea no es más que un instrumento de la oligarquía occidental para forrarse sin mirar el rastro que dejan atrás y seguir casi ciegamente las órdenes militares norteamericanas, desplazando enormes cantidades de liquidez a los Estados Unidos de América durante décadas sin que la paletada diga PRIMERO LOS DE AQUÍ, JODER, VALE YA.
TTIP POR LOS COJONES, PRIMERO LOS DE AQUÍ. VIGILANCIA DEL CUERNO DE ÁFRICA PAGADA POR ESPAÑA POR LOS COJONES, PRIMERO LOS DE AQUÍ. ARMAMENTO BARATO A ISRAEL POR LOS COJONES, PRIMERO LOS DE AQUÍ. SER EL PAÍS QUE MÁS PASTA REGALA A LA IGLESIA POR LOS COJONES, PRIMERO LOS DE AQUÍ. COMPRAR MÁS TANQUES Y MIERDAS CARÍSIMAS POR LOS COJONES, PRIMERO DAR DE COMER A LOS DE AQUÍ. DINERO PÚBLICO A LOS PUTOS BANQUEROS ALEMANES-BELGAS-HOLANDESES POR LOS COJONES, PRIMERO LOS DE AQUÍ. ¡JODEEEER, ES QUE SOIS MALDITAS CACATUAS!
Uf, perdón, ejem. Hablando muy seriamente, el mundo en las próximas décadas va a vivir una serie de conflictos muy graves y difíciles de imaginar, que incluirán enormes migraciones como jamás las hemos conocido. Principalmente por el clima de tensión geopolítica, la decadencia política norteamericana aunque perdure su hegemonía militar, la crisis del modelo democrático-liberal, la del fin de la fantasía del Estado del bienestar, la ausencia total de esperanzas y análisis rigurosos entre la izquierda, el fin del comunismo del siglo XX sin que se vea reimpulso actual o ir más allá de la redefinición constante, el fundamentalismo religioso como fenómeno contemporáneo producto de políticas concretas de necesidad de enemigos y no debido a vestigios del medievo más multitud de blablablas infinitos.
Vivimos una distopía con smartphones, la guerra y el genocidio como cultura, la abundancia del contrato temporal y la televisión como modelo educativo; pero lo que a algunos os irrita de veras es no expulsar inmediatamente a unas familias inocentes de nuestras sagradas fronteras porque les dan unas migajas para poder sobrevivir. Si es que no podéis darme otra cosa que repulsión.

 Concluyendo. Si queréis que dejen de venir refugiados, dejad de apoyar partidos en Europa que aprueben bombardear y saquear sus países. No parece tan complicado de entender, pero se seguirá mediatizando el asunto con niños sirios muertos o fomentando el racismo con el «primero los de aquí».
Salud y un mundo divino de la muerte, mucha muerte.